El Real Madrid no pudo romper la maldición de San Siro en un partido con dos lecturas, una negativa y otra positiva. Los blancos no supieron ganar al Milan pese a ser superiores durante más de una hora pero evitaron sobre la bocina una derrota que parecía segura gracias a un tanto salvador de Pedro León, que aprovechó un gran pase del revitalizado Benzema para meter matemáticamente al Madrid en octavos de final.
Lo cierto es que no habían hecho méritos para perder los de Mourinho, que se complicaron la vida solitos con la inestimable colaboración de Howard Webb, un colegiado que cada vez que pita un partido importante se cubre de gloria. El árbitro inglés volvió a demostrar que le gustan los tipos duros como De Jong o Gattuso, el sheriff del Milan en el centro del campo. Sus faltas fueron el único argumento que expusieron los rossoneros para frenar al Real Madrid durante la primera media hora.
El conjunto madridista lo bordó en el arranque, con un juego ágil y afilado que puso en serios aprietos a los de Allegri. A los doce minutos, el Madrid ya había generado cuatro ocasiones de gol. La más clara fue para Di María, que remató rozando el poste tras dejar por los suelos a Nesta y Zambrotta. Abbiati estaba en apuros y hasta Pirlo arrimó el hombro para evitar el 0-1 en el 20'. El centrocampista más talentoso del Milan salvó dos veces bajo palos en dos remates con acento argentino, obra de Higuaín y Di María.
El Milan tiene más pasado que presente en sus filas, pero algunas veces guarda recuerdos de fútbol. Ronaldinho, prácticamente invisible, apareció para enviar un gran pase a Ibrahimovic, que falló en su intento de vaselina ante un Casillas demasiado precipitado en la salida. Hasta ese momento, lo más 'peligroso' del Milan había sido el láser con el que apuntaba algún tifossi a Mourinho, enemigo público número uno para los hinchas milanistas. Sobre todo después de que el portugués recordase con tres “deditos” los títulos que ganó con el Inter la pasada temporada.
Si este año quiere repetir faena, Mou tendrá que enseñar a los suyos a cerrar partidos que parecen ganados. Al filo del descanso, Di María se sacó de la chistera un gran pase para Higuaín, que batió con parsimonia a Abbiati para firmar el gol 700. No es la primera vez que funciona la conexión argentina, y a buen seguro que no será la última. Además del gol, Di María dejó destellos de jugadorazo desequilibrante. Lo fue mucho más que el alemán Ozil, camuflado entre líneas lejos del fragor de la batalla, y también que Cristiano, enfrascado en una pelea estéril con Abate. Un manotazo del italiano y un pisotón del portugués fue el parte de guerra.
El Milan parecía un enemigo muerto hasta que apareció en el terreno de juego un delantero de 37 años llamado Filippo Inzaghi, el único al que temía Mourinho. Tenía razón. El 'Pippo' es como el diablo, que sabe más por viejo. Salió como una moto por Ronaldinho y lo primero que hizo fue llevarse por delante a Xabi Alonso. El público de San Siro entraba en calor tras una hora dormido.
La inyección de veneno de Inzaghi estaba cargada cuando en el 67' Pepe erró sobre un césped resbaladizo ante Ibrahimovic en un despeje asequible. El sueco se coló por la izquierda y centró al primer palo para estupor de Casillas, que iba buscando el balón al segundo. En el rectificado, apareció en boca de gol Inzaghi, uno de esos delanteros que no te perdona.
El 'Pippo' lleva toda su carrera aprovechando errores de los demás. También de árbitros como Howard Webb, que se tragó en el 77' un claro fuera de juego del delantero milanista en un pase de Gattuso, que cambió de versión para dejar solo a Inzaghi ante Casillas. Un toque sutil fue suficiente para subir el 2-1 al marcador de un San Siro que volvía ser una tumba para los blancos.
Benzema y Pedro León se quitan la cruz.
Fue entonces cuando Mourinho, partidario de jugar habitualmente con los mismos once, se puso en manos de los suplentes. El luso sustituyó a Pepe por Pedro León después de haber sacado a Benzema por Higuaín con empate en el marcador. Entre ambos, los dos 'malos' de la película en el arranque de la temporada, sacaron al Madrid de la emboscada milanista en el 93'.
Benzema fabricó la jugada y Pedro León la culminó con un remate que se coló entre las piernas de Abbiati. Mourinho celebró el gol con rabia mientras arrancaba el peto a Albiol para que saltara al campo por Ozil. Sabe Mourinho que, en la Champions, los regalos se pagan caros.