miércoles, 20 de octubre de 2010

El Madrid sentencia en dos llegadas pero mereció más.


El Real Madrid se miró el escudo contra el Milan. Los blancos no se traicionaron. Después de demasiados años de miserias en Europa, el Madrid ganó un partido de los de antes, de los de la Copa de Europa de toda la vida. Los de Mourinho convencieron y se ganaron el respeto de cara al futuro. Todo pudo ser peor para el Milan, que pareció menos italiano que nunca. Abrió la puerta en los dos goles y se pudo ir a casa con un saco.

El Madrid retrocedió en el tiempo desde el pitido inicial. Los blancos fueron el equipo de las imágenes en blanco y negro, el equipo que conquistó Europa a finales del siglo pasado 30 y tantos años después. El Real Madrid salió al campo recordándole a Allegri que el miedo escénico no es un cuento ni una ilusión. Es una realidad cuando juega el Real Madrid, el de verdad. Le pasó al Milan, que sufrió temor y, en un minuto, se vio con dos bofetadas en la cara al bajar la guardia. Los rossoneri se metieron en las jaulas que prepararon en el Bernabéu para los ultras milanistas. Xabi Alonso y Khedira fueron un candado y el Milan se vio atrapado.

Los de Mourinho empujaron por las bandas y amenazaron con Özil, futbolista que no falla ni los pases que a nadie se le ocurren. Tiene ojos de búho porque vería hasta en un Bernabéu sin focos. El Madrid dejó sin escapatoria al Milan y en un minuto nada fue como antes por el bien del Real Madrid. Fue un poco antes del cuarto de hora de partido. Pato tuvo que defender por obligaciones del guión y empujó a Xabi Alonso, que acudía a la media luna. Desde allí, a balón parado, marcó Cristiano Ronaldo. Un gancho salió de la pierna derecha del portugués y Seedorf, que jugó en el Madrid pero que ya no lo hace, hizo bajar la guardia a los italianos, que se llevaron un puñetazo en la cara. El disparo de CR7 entró por el sitio que dejó libre el holandés y las redes se rompieron.

Un minuto después llegó el segundo. Cristiano fue el más rápido y el más pillo para romper por la izquierda, cuando todavía se estaba viendo en televisión el 1-0. Ronaldo levantó la cabeza y se convirtió en Özil, que fue el que disparó a portería. El alemán le pegó con la derecha y otro jugador del Milan colaboró. Esta vez, fue Bonera, que desvió el tiro a su portería, donde no estaba ni Amelia ni el Duomo para evitar el 2-0.

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